-Capítulo 5_ Grim
No sé cuántos gritos llevo dados en toda la historia, pero os aseguro que este es de los peores.
Los puntos se acercan poco a poco a mí.
Me doy la vuelta e intento abrir la puerta para salir de nuevo corriendo como un loco, pero esta vez el pomo no obedece.
El pánico me invade de forma brutal.
Empiezo a gritar de histeria y pierdo el control.
Sé que la puerta no se va a abrir, pero no puedo dejar de sacudir el pomo como si me estuviese electrocutando.
Tras el momento de manía, me da un bajón y me escurro hasta el suelo, llorando de angustia.
Abro los ojos y veo que tengo el par de puntos amarillos a veinte centímetros de la cara.
Me empieza a temblar la boca.
No son dos círculos cualquiera; son dos ojos sin pupila.
Me quedo paralizado del miedo.
De pronto se enciende una cerilla y tengo ante mí a un niño de unos 10 años de pelo medio largo rubio con mechones negros, ojos literalmente amarillos y una espantosa quemadura en carne viva en la mejilla izquierda, justo debajo del ojo naciendo del borde de éste.
Doy un fuerte alarido y lo aparto de mí de una patada.
Salió volando y cayó con un quejido a un metro de distancia de mí, al borde de una cama, y la cerilla que llevaba instantes antes en la mano prendió fuego a la colcha.
Aterrado, vuelvo a intentar abrir la puerta, pero seguía cerrada.
El fuego se extendió rápidamente, tragándose la cama entera, la pequeña mesita de noche que había junto a ésta y pasando a la cama que quedaba al otro lado de la mesita.
Perfecto, a ver cómo demonios salgo ahora de esta.
El calor empezaba a ser insoportable, y si no encontraba pronto una vía de escape podrá decirse de mí que morí ardiendo en el infierno.
-Los niños no podemos jugar con fuego... -me dice de imprevisto el niño masacrado con una retorcida sonrisa.
-¡¡Cállate!! ¡¡Hay que salir de aquí como sea!! -le grito fuera de mí.
-Por ahí... -dice calmosamente, señalando unas estrechas escaleras de las que no me había percatado.
Rápido como una serpiente, subo corriendo los descoloridos peldaños de yeso y me topo con una puerta, que para mi suerte, estaba entreabierta.
Cierro de un portazo y suspiro un poco más aliviado al haber escapado exitosamente del incendio.
Entonces caigo en la cuenta de que había dejado al niño de la cara mutilada en el cuarto en llamas.
El cargo de conciencia me puede y abro de nuevo la puerta para ir en su busca y sorpresa.
No hay ni rastro ni del incendio ni del niño, sólo un cuarto completamente oscuro con un fuerte olor a cerrado.
Confuso, vuelvo a cerrar la puerta y doy un bote al volverme y ver al niño rubio mirándome con su demencial sonrisita.
-Hola Jake -saluda sin dejar de sonreír.
Me quedo con la boca abierta y los ojos como platos.
Es clavado al chico rubio de mi anterior pesadilla.
Además, me había saludado de la misma manera que ponía en la nota de la Sala de Profesores.
Entonces, ¿tendría alguna relación el sueño que tuve esta mañana con la nota esa y la situación en la que me encontraba ahora?
Está bien, tendré que tomarme esto con más calma si quiero llegar a algún lado.
El sitio en el que nos hallábamos seguía siendo un pasillo, pero un poco más amplio e iluminado. Un poco más hacia la izquierda podía observarse una especie de cruce de cuatro pasillo con distinta dirección cada uno.
-¿Dónde demonios estoy? -pregunto al niño.
-Watari no está, Watari se fue... -canturrea él con voz infantil girando sobre su tronco de un lado a otro y moviendo los brazos de la misma manera, ignorando mi pregunta por completo.
Inspiro profundamente, intentando tener paciencia.
-¿Quién es Watari?
-No lo sé... -responde con voz tontorrona, mirando al suelo y poniéndose el dedo índice sobre el labio, sin dejar de bailotear.
Me estampo la palma de la mano en la cara, ya desesperado con aquel crío.
-¿Y tú quién eres? -me pregunta acercándoseme a la cara como queriendo examinarme.
El hedor a carne en desconposición del pus que mana de su quemadura se me mete por las fosas nasales y me provoca arcadas.
El pelo grasiento le cae sobre la cara en mechones, formando un flequillo de color negro carbón que le cubre por completo el ojo derecho.
El resto del pelo lo tiene rubio, y le llega casi por los hombros.
Es pálido y pequeñito, de un metro veinte aproximadamente, y está bastante delgado, aunque sin llegar a estar en los huesos.
Viste una sudadera azul oscuro cuyas mangas le tapan casi del todo las manitas y un pantalón como de pijama gris oscuro que le está un poco grande. Además, va en calcetines blancos como si fuese por su casa.
-Está bien, si me contestas te lo digo.
-Valee -me responde dando un saltito. Si no causase tanto repelús se podría llegar a decir que es mono y todo.
-Esto es mi casa. Un orfanato. Y vivo con mis amigos Beyond, Date, Kira, Seek y Rape.
-¿Qué?¿Un orfanato?¿Kira, Beyond, Seek, Rape, Date?¿Quiénes son esos? -le pregunto, estupefacto.
-Mis amigos... Son como mis hermanos. ¡Ya les conocerás!¡Son muy majos! -exclamó con una sonrisa.
¿Qué? Pero... yo estaba en el instituto... ¡Eh, espera!¿A dónde vas? -le grito al ver que de pronto se va corriendo.
¡Me voy a jugar!¡Hasta luego Jake! -chilló alegremente -¡Grim se despide! Y desapareció por uno de los pasillos del cruce.
-Grim... Anda que no le pega el nombre ni nada... -digo para mis adentros con cierto humor negro.
Pero... ¿quiénes serían los otros que mencionó?
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