-Capítulo 1_ Cúpula de terror
...todo oscuro...
...dooong...dooong...
La monótona melodía de unas campanas se eleva sobre mi cabeza como un negro nubarrón que trae consigo la lluvia con rugidos de truenos.
Siento que mis párpados se separan lentamente y la luz multicolor de unas vidrieras se filtra a través de mis ojos, desarropándome del pesado letargo.
La cúpula entera brilla como una joya de mil cristales.
Apenas comprendo lo que sucede, pero mi subconsciente me dice que tiene un sentido estar aquí.
Un enigmático mensaje me ha de ser revelado.
Miro un poco más lejos hacia el extremo curvo de la pared de delante y creo divisar algo parecido a una figura humana.
Medio cubriéndome los ojos con el brazo, avanzo un par de metros enfocando forzosamente la vista hacia la figura.
Parece ser que se trata de un chico rubio de mediana estatura, puede que de unos once o doce años, delgado y de pelo algo largo y lacio como el agua de lluvia que se desliza sobre un cristal.
Intuyo que algo extraño está a punto de ocurrir, pero mis intenciones de desvelar quien era aquel chaval se apresuran sin más.
Avanzo con mayor ritmo hacia él, moviéndome como en un sueño sobre las lívidas baldosas que alicatan la cúpula.
A penas me quedan unos tres metros por recorrer cuando de repente, el chico rubio comienza a volverse lentamente hacia mí, cabizbajo cual pecador.
Desconcertado, me freno en seco a un metro de distancia de él.
Una inquietante sensación comienza a recorrerme vertiginosamente la médula.
Algo no iba bien... Hay algo en ese chico que me da escalofríos.
Con lentitud, éste empieza a alzar la mirada. Puedo divisar con cierta dificultad sus ojos grises como la niebla que encoge el alma. Brillan con pudor a través de los múltiples mechones rubios de su denso flequillo.
Me siento taladrado por aquella mirada inhumana, hueca y fría como el invierno..
...doong...
Una campana resuena en algún lugar de mi garganta.
Por un momento he pensado que se me iba a salir el corazón por la boca.
...doong...
Su mirada sigue en mí como una flecha ensartada.
...doong...
Un extraño siseo avanzaba desde el interior de la cúpula.
Alzo el rostro y veo cómo los cristales se tiñen rápidamente de gris oscuro y caen pegados a la pared en forma de una fina arenilla color ceniza.
...doong...
Asustado, vuelvo a mirar al chico de la mirada cenicienta.
Preferiría no haberlo hecho.
Sus ojos comienzan a brillar como ascuas en la oscuridad, amarillos como los de un animal nocturno; partes de su pelo empiezan a teñirse de negro carbón, y su piel... La piel de su cara empieza a volverse roja, como si le hubiese llovido ácido.
Tan solo sucedió en la mejilla de debajo del ojo izquierdo, pero la visión es espantosa.
Se le empieza a derretir un triángulo de piel justo por debajo del ojo, dejando el pómulo en carne viva. Los bordes de la quemadura se contraen ligeramente, tornándose de un color marrón oscuro.
Huele bastante a chamusquina y empieza a hacer un calor insoportable.
Siento que la cabeza me da vueltas. Creo que me voy a desmayar.
De repente, noto un extraño cosquilleo en los brazos, y cuando los alzo, encuentro paseándose sobre la piel desnuda un par de llamas anaranjadas.
Doy tal alarido que creí que la cúpula entera iba a resquebrajarse.
Me pongo a agitar los brazos como un loco, pero las llamas no se despegan de mí.
El chico macabro empieza a reír como un auténtico chiflado, con un timbre infantil en su voz que me pone los pelos de punta.
Todo a nuestro alrededor está en llamas. Siento como si por dentro me helase del pánico y por fuera me cociera lentamente.
Se me nubla la vista, la mezcla de sudor y ardor me provoca un escozor insoportable, y a penas noto que me llegue aire a los pulmones.
-Busca la Nota- dice el niño de repente.
Su voz me hace volver un poco a la realidad en medio de la abstracta combustión.
-La Nota... Busca la Nota... Grim se despide... Adiós... dice el niño con una sonrisa mientras se vuelve entre las llamas.
-¿Q-Qué?- pregunto, confuso.
-La Nota...- resuena en el vacío.
...La Nota...
Miro un poco más lejos hacia el extremo curvo de la pared de delante y creo divisar algo parecido a una figura humana.
Medio cubriéndome los ojos con el brazo, avanzo un par de metros enfocando forzosamente la vista hacia la figura.
Parece ser que se trata de un chico rubio de mediana estatura, puede que de unos once o doce años, delgado y de pelo algo largo y lacio como el agua de lluvia que se desliza sobre un cristal.
Intuyo que algo extraño está a punto de ocurrir, pero mis intenciones de desvelar quien era aquel chaval se apresuran sin más.
Avanzo con mayor ritmo hacia él, moviéndome como en un sueño sobre las lívidas baldosas que alicatan la cúpula.
A penas me quedan unos tres metros por recorrer cuando de repente, el chico rubio comienza a volverse lentamente hacia mí, cabizbajo cual pecador.
Desconcertado, me freno en seco a un metro de distancia de él.
Una inquietante sensación comienza a recorrerme vertiginosamente la médula.
Algo no iba bien... Hay algo en ese chico que me da escalofríos.
Con lentitud, éste empieza a alzar la mirada. Puedo divisar con cierta dificultad sus ojos grises como la niebla que encoge el alma. Brillan con pudor a través de los múltiples mechones rubios de su denso flequillo.
Me siento taladrado por aquella mirada inhumana, hueca y fría como el invierno..
...doong...
Una campana resuena en algún lugar de mi garganta.
Por un momento he pensado que se me iba a salir el corazón por la boca.
...doong...
Su mirada sigue en mí como una flecha ensartada.
...doong...
Un extraño siseo avanzaba desde el interior de la cúpula.
Alzo el rostro y veo cómo los cristales se tiñen rápidamente de gris oscuro y caen pegados a la pared en forma de una fina arenilla color ceniza.
...doong...
Asustado, vuelvo a mirar al chico de la mirada cenicienta.
Preferiría no haberlo hecho.
Sus ojos comienzan a brillar como ascuas en la oscuridad, amarillos como los de un animal nocturno; partes de su pelo empiezan a teñirse de negro carbón, y su piel... La piel de su cara empieza a volverse roja, como si le hubiese llovido ácido.
Tan solo sucedió en la mejilla de debajo del ojo izquierdo, pero la visión es espantosa.
Se le empieza a derretir un triángulo de piel justo por debajo del ojo, dejando el pómulo en carne viva. Los bordes de la quemadura se contraen ligeramente, tornándose de un color marrón oscuro.
Huele bastante a chamusquina y empieza a hacer un calor insoportable.
Siento que la cabeza me da vueltas. Creo que me voy a desmayar.
De repente, noto un extraño cosquilleo en los brazos, y cuando los alzo, encuentro paseándose sobre la piel desnuda un par de llamas anaranjadas.
Doy tal alarido que creí que la cúpula entera iba a resquebrajarse.
Me pongo a agitar los brazos como un loco, pero las llamas no se despegan de mí.
El chico macabro empieza a reír como un auténtico chiflado, con un timbre infantil en su voz que me pone los pelos de punta.
Todo a nuestro alrededor está en llamas. Siento como si por dentro me helase del pánico y por fuera me cociera lentamente.
Se me nubla la vista, la mezcla de sudor y ardor me provoca un escozor insoportable, y a penas noto que me llegue aire a los pulmones.
-Busca la Nota- dice el niño de repente.
Su voz me hace volver un poco a la realidad en medio de la abstracta combustión.
-La Nota... Busca la Nota... Grim se despide... Adiós... dice el niño con una sonrisa mientras se vuelve entre las llamas.
-¿Q-Qué?- pregunto, confuso.
-La Nota...- resuena en el vacío.
...La Nota...