-Capítulo 2_ Algo sobre lo que hablar
-La Nota- repito mientras abro unos ojos materiales.
-¿La Nota? Me incorporo sobresaltado, y el suave tacto de unas blancas sábanas se encuentra con mi sudorosa piel.
La cálida luz de la mañana ilumina mi habitación, ahuyentando a toda sombra hacia los estrechos rincones.
-Un sueño... Tan solo ha sido un maldito sueño- casi grito, mosqueado por haber sido tan niño de creerme que pudiese haber sido una experiencia real.
Saco las piernas desnudas de entre las sábanas y compruebo que no tenga ninguna quemadura. Me reviso tronco, abdomen, pecho, brazos y tan solo encuentro un largo arañazo en el antebrazo izquierdo que me hice el jueves jugando al basket cerca de unas zarzas.
-Qué estupidez... La Nota ¿eh? Como no sea una chuleta de Geografía...- me digo, intentando darme algo de buen humor ante la irritante suposición.
Pero me callo casi de golpe al darme cuenta de que un pedazo de papel de líneas descansa en mi mesa de estudio.
Medio tropezando con los pantalones a medio poner, me acerco con un escalofrío a la mesa.
Cojo el pedazo de papel arrancado y...
''Jake, te he dejado el café ya preparado. Tu padre hoy llega a las 7. No olvides pasar por la Academia para rellenar la matrícula. Besos. Mamá.
-Pero seré imbécil...- gruño. Definitivamente, no iba a ser muy buena mañana.
Refunfuñando como un viejo, termino de subirme los vaqueros y de ponerme el cinturón de cuero negro.
Voy al baño a lavarme la cara y mojarme el pelo moreno.
Salgo del baño, abro el armario y saco de entre un montón de camisetas grises, blancas y negras una de uno de mis grupos favoritos, Of Mice & Men. Vuelvo a entrar al baño y termino de arreglarme el pelo y comprobar que no tenga ojeras.
Realmente, soy uno de esos chicos de hoy en día que se preocupan bastante por su apariencia y por ello me he ganado un par de puñetazos en la cara e insultos como maricón, aunque yo no considero que ser homosexual sea en absoluto un insulto, de hecho, no hace mucho, con dieciséis años estuve con un amigo mío, pero se fue a Alemania y ahora a penas sé de él.
Lo cierto es que aún no me he presentado...
Pues bueno, me llamo Jake Skye, vivo en una ciudad en el país de Gales, Reino Unido, pero no soy nativo, nací en Holanda y vine a vivir aquí cuando tenía 3 años y medio.
No tengo muchos amigos, pero los que tengo son de esos que siempre están ahí, y eso me basta y me sobra.
Se me da mal hablar con las chicas, solo he tenido dos novias en toda mi adolescencia, y fueron ellas quienes cortaron conmigo, una porque ya le parecía un soso y la otra porque no me quise acostar con ella. Ésta fue la última que tuve. Y como ya os he mencionado, el chico éste, Matthew, que se largó con su padre recién divorciado a Frankfurt cuando llevábamos ya 4 meses y medio.
¿Pero qué cojones hago yo hablandos de mis relaciones? Perdonad, se me va la pinza.
Pues bien, tengo diecisiete años tirando ya a dieciocho (los hago en febrero, y estamos a primeros de octubre), mido 1'83 metros, tengo el pelo castaño oscuro, casi negro, algo largo y con un buen flequillo hardcore, como dice un colega mío, ojos marrones muy oscuros, piel clarita sin llegar a ser blanco enfermizo, cuerpo atlético de los 16 años de natación, el basket y el skate.
Quiero hacerme un snake bite en el labio, pero mi madre dice que con la dilatación de 10 y el piercing de la ceja ya tengo bastante.
Estudio diseño gráfico por ordenador, canto screamo e intento dibujar calidad mangaka.
En resumen, soy lo que los imbéciles esos con los que uno se cruza a diario y a todas horas por la calle llaman un ''puto emo marica''. Bonita muletilla, ¿verdad?
Sin embargo, soy bastante del rollo de pasar de los demás, así que sobrevivo.
Mi padre trabaja en un cargo de mediana importancia en una empresa de marketing, y mi madre en una agencia de viajes.
Mi vida es la de cualquier otro chaval que saca cincos pelados en Matemáticas, nueves en Informática debido a la temprana adicción a los videojuegos y que sus profesores de Lengua le dicen que redacta muy bien y que podría sacar nueves en su asignatura si le diese la gana de esforzarse un poco más.
Salgo viernes y sábados, a simple vista ligo bastante pero paso ya de pivas y no me emborracho ni drogo nunca, aunque he de confesar que alguna vez le he dado alguna que otra calada a un cigarrillo, pero por suerte no me enganchó. Cosas que pasaban con mi novio... Ay Matt...
En resumen, una vida cómoda y tranquila, de buenos rollos, no mucho de lo que quejarme y poco más que pueda pedir.
Esto soy yo, y así es mi vida.
Y sin embargo, hoy me siento inquieto.
¿Tan en serio me he tomado inconscientemente este sueño?
En fin, puede que sea un simple cambio de hormonas. Los adultos siempre bromean con que los chavales y chavalas de estas edades estamos revolucionados. Como si ellos en su momento no lo hubieran estado. Ea.
Aún en calcetines, me dirijo hacia la cocina silbando y me caliento el café mientras las tostadas se hacen.
Lare y Minerva entran medio corriendo en la cocina para darme los buenos días con maullidos desafinados.
Riendo, cojo a Minerva y la subo encima de la mesa para ponerle un poco de queso fresco. Esto con mis padres en casa ni se me ocurre hacerlo. Me matan.
Mientras Minerva se relame, Laree me mira desde el suelo con cara de cordero degollado.
-A ti no, que estás gordete- le digo riendo al gato rubicundo, que se retira cabizbajo hacia el otro extremo de la cocina.
Me bebo el café a toda prisa, devoro las tostadas con queso y mando a los gatos a pastar por la casa.
Subo a mi habitación, cubro la cama con el edredón nórdico, meto las cosas en la cartera y salgo de la habitación dejando la puerta entornada.
El cielo completamente despejado y el aire fresco me ponen automáticamente de excelente humor. Me apetece ir caminando a buen ritmo, así que dejo el skate para otro día.
Hoy tengo el primer examen parcial de Lengua y apenas he estudiado, pero no me importa. Soy de esos que se las apañan como si hubiesen nacido para vivir de improvisar.
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