-Capítulo 21_Afecto
No sabría decir si lo disfruté un poco más porque esta vez no era tan a contravoluntad o porque me dolió algo menos cuando me la metió porque ya tenía el ano ligeramente dilatado de la primera vez, a pesar de haber pasado cuatro meses desde que me violó.
Ahora me hallo metido en la cama junto a mi amante durmiendo en la penumbra de la habitación.
Unos finos rayos de luz blanca se cuelan sigilosamente a través de la persiana, iluminando levemente la estancia.
Ya no siento ningún reparo de estar metido en la misma cama junto a él, medio desnudos los dos y muy cerca el uno del otro.
Al final no fue tan terrible, al menos no tanto como la primera vez. Dolió un poco cuando me la metió de lleno, pero al poco rato dejó de dolerme e incluso me empezó a dar gusto.
Estuvo un largo rato dándome duro, y luego cuando al fin me la sacó de ahí, me cogió en brazos cariñosamente y me depositó en la cama.
Estuvo un rato tumbado a mi lado haciéndome caricias y besándome por el cuerpo, y al final acabó con la boca donde no debía. Que conste que no fue cosa mía.
Ahora estoy arropado entre las suaves sábanas muy cerca de Rape, y siento el repentino impulso de acurrucarme junto a él.
Con cierta timidez, me deslizo hacia la izquierda, acercándome a su espalda y meto los brazos entre los suyos y su costado.
Le oigo despertarse ligeramente, se vuelve hacia mí y me dedica una cálida sonrisa de afecto.
-Buenos días, gatito -me dice con ternura, cogiéndome el rostro entre las manos y depositándome un dulce beso en los labios.
Me rodea el torso con los brazos y me acoge entre éstos, dejándome reposar la cabeza en su cálido pecho.
Está calentito y suave, y suelto sin querer algo parecido a un ronroneo.
Jamás creí que Rape pudiera ser tan tierno y cariñoso.
Comienza a pasar sus finos dedos por mi pelo liso, jugueteando con las puntas de los oscuros mechones.
Su respiración es lenta y constante, y los graves latidos de su corazón reberberan en mi oído a través de su pecho con un ritmo monótono e hipnotizante.
Quiero quedarme así para siempre, sin tener que preocuparme de buscar notas ni de si un tío apunta mi nombre en un cuaderno para volverme loco.
Entonces alzo el rostro un poco para mirarle a los ojos y por un instante creo ver en su cara y sus ojos los mismos rasgos de Matthew, el primer y único novio que he tenido.
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