sábado, 14 de diciembre de 2013

-Capítulo 14_Perversión

-Capítulo 14_Perversión

-Vamos, Rape, fóllame -dijo Grim entre dientes.
-Pero qué estás diciendo, Grim, por favor, que tienes catorce años y yo veintiséis, como voy a...
-Que me folles. -repitió Grim.
-Grim, qué demonios te pasa...
El chico rubio de cuerpo medio quemado comenzó a desnudarse, quitándose la camiseta y el pantalón negros como el carbón, quedándose en calzoncillos.
Rape sintió una especie de escalofrío que despertó en él un sentimiento de deseo oculto desde hacía cuatro años.
Grim se acercó lentamente al hombre de pelo rojinegro y comenzó a desabrocharle el cinturón de cuero negro.
-Grim, qué haces, estate quieto -gimió Rape nervioso por lo que comenzaba a sentir en su interior.
Pero el chico rubio no hizo caso de sus advertencias y continuó provocándole.
Su único propósito era despertar la bestia venérea que Rape escondía desde que Jake comenzó a sanarlo entregando su cuerpo a su antojo.
El continuo deseo sexual había quedado considerablemente menguado, y ahora él iba a hacerlo reavivarse de nuevo.
Le desabrochó el botón y bajó la pequeña cremallera. Le bajó los vaqueros y le estrujó con ambas manos la entrepierna, que se endureció en seguida.
Rape comenzó a jadear, preso de una angustia que ponía en debate el fuerte deseo sexual descontrolado con la ética y la moralidad de penetrar a un chico de catorce años.
-Házmelo... Vamos Rape, lo estás deseando... ¿Cuánto hace que no disfrutas de un polvo bien hecho?
-Gr-Grim... Por favor, detén esto ya... No... -gimió el pelirrojinegro.
El chico se pegó más a él y comenzó a acariciarlo por la espalda y a besarle el cuello poniéndose de puntillas.
No podía aguantar más. Había sobrepasado su propio límite. La retención había fallado.
Rape había derrotado a Matthew en la lucha interna. Se acabó.

Como un cristal rompiéndose en mil añicos, Rape dio un grito salvaje de liberación y puso al chico de golpe contra la pared.
Se bajó de un rápido y brusco movimiento los calzoncillos y le bajó al chico los suyos.
Se la metió de golpe con agresividad, soltando un suspiro de placer como quien está a punto de ahogarse y recibe el aire en los pulmones apresuradamente.
El chico gritó de dolor cuando le atravesó el ano, saltándosele las lágrimas, pero un morboso cosquilleo le recorrió las venas como las patitas de un insecto.
Seguía siendo un masoca, lo había sido desde los seis años, y nunca dejaría de serlo hasta que Jake no se dignara sanarlo.
'Lo siento Jake. Tenía que hacerlo. No quedaba otra'

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